Homenaje a Jean-Marie Domenach

Releyendo apuntes tomados hace años mientras leía El regreso a lo trágico de Jean-Marie Domenach , recuerdo nuestro encuentro. Lo veo llegar a mi pequeño estudio en Forks, pidiéndome una copa de vino y yo comenzando a explicarle a través del menú la orientación que quería darle a nuestra entrevista. Y me miró con los ojos redondos, volviéndolos a girar, y de pronto lanzándome entusiasmado: “Pero tú has leído mis libros… No estoy acostumbrado a encontrarme con periodistas que hayan leído mis libros”.

Este encuentro quedará como uno de los encuentros muy bonitos que he tenido como periodista. Hablaremos más de dos horas de moral y moralismo, Saint-Just y Nietzsche. De Dios también. Sobre todo de Dios.

El camino de Dios pasa por nuestra humanidad…

Extraordinario pasaje del Beato Cardenal Newman :

Pecando, sufriendo, corrigiéndonos, superándonos, avanzamos hacia la verdad por la experiencia del error; logramos el éxito a través del fracaso. No sabemos actuar bien sino después de haber actuado mal. […] Sabemos lo que es bueno no positivamente sino negativamente; no vemos la verdad de golpe para ir hacia ella, sino que nos lanzamos sobre el error para experimentarlo, y descubrimos que no es la verdad. […] Este es el mecanismo por el cual logramos el éxito; caminamos hacia el cielo al revés; apuntamos nuestras flechas a un blanco y pensamos que es más hábil quien falla menos.

el aliento de tibhirine

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Es una película inteligente. Y al decir eso, ya se ha dicho mucho. En un momento en que la estupidez reina sin oposición, hacer una película inteligente sobre la fe te permite sacar la cabeza del agua e inflar los pulmones; para saciar Hombres y dioses ejemplifica la vida de los monjes. Que los monjes de la película vivan en Argelia ocupa el segundo lugar en mi opinión. Viene de fondo para sortear el eterno debate del “Choque de Civilizaciones”. Ese debate que los ricos tratan con desprecio y del que los menos pudientes tratan de huir a diario.

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