El dolor se asemeja al contragolpe que va y viene con languidez, sin languidecer, sobre la roca hierática que cumple su papel de chivo expiatorio. La arrolla casi siempre y, si falla el tiro, si no doma del todo a la roca en el momento, nunca se resigna, siempre recupera el impulso y, como una especie de finta, la sortea, la rodea, lo abraza y lo abraza la próxima vez!
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