Diversidad (continuación)

… Sounge i felibre esteba… Estoy pensando en los Félibres… Es característico de los buenos artesanos de los Divers, darle la vuelta así de punta a punta. ¿Se lograría alguna vez? Es la ruina, la muerte. Siempre renace: de repente por detrás, cuando por delante le tiendes los brazos.

Sin embargo, allí Boissière escribe: El Buda, Cementerio de Annam, etc.

En el 96, un año antes de su muerte, admirables versos de exotismo al revés:

Hoy, cansada de esperar el beso de las Sirenas — Mi Carne cansada vuelve al pueblo natal — donde aún me fascina el eco del mundo...

Allá, errante, remolinos de humo: Son viejos deseos , viejos pecados que queman….

Victor Segalen, Ensayo sobre el exotismo, una estética de la diversidad , Ediciones Fata Morgana.

Diversidad

No sé, si como yo, escuchar la palabra diversidad (que ha reemplazado a la palabra Otro ) te hace sentir náuseas. Victor Segalen es un autor que actúa como remedio para estas náuseas.

Buen ejemplo ese Jules Boissière que, provenzal, felibre, escribió sus más bellos versos felibrianos en Hanoi.

Aquí está la diversidad, que se sumerge en sí misma para acoger al otro. Los discursos de los políticos que sólo tienen en la boca la palabra diversidad empujan un gran vacío frente a ellos y lo sacuden con tanta más audacia cuanto tratan de convencer y convencerse a sí mismos, pero han perdido la conciencia de que lo desnaturalizan y lo violan como tan pronto como pronuncian su nombre.  

Sólo es posible hablar de diversidad escuchándose a uno mismo, al propio ser íntimo. Esto es lo que significa ser sensible a la diversidad. Los que se atiborran de diversiones sin hacer este esfuerzo son sólo internacionalistas disfrazados.

Victor Segalen, Ensayo sobre el exotismo, una estética de la diversidad. Ediciones Fata Morgana.

oración del artesano

Oración monástica del siglo XII
Enséñame, Señor, a utilizar el tiempo que me das para trabajar bien...
Enséñame a unir la prisa y la lentitud, la serenidad y el fervor, el celo y la paz. Ayúdame al comienzo del trabajo. Ayúdame en el corazón de la obra... Y sobre todo llena tú mismo los vacíos de mi obra: Señor, en toda obra de mis manos deja una gracia tuya para hablar a los demás y un defecto mío para hablarme a mí mismo.

Mantén en mí la esperanza de la perfección, de lo contrario me desanimaría. Guárdame en la impotencia de la perfección, de lo contrario me perdería en el orgullo...

Señor, nunca me dejes olvidar que todo trabajo es vano excepto donde hay amor...

Señor, enséñame a orar con mis manos, mis brazos y todas mis fuerzas. Recuérdame que el trabajo de mis manos te pertenece y que a mí me toca devolvértelo... Que si lo hago para agradar a los demás, como la flor de la hierba me marchitaré al atardecer. Pero si lo hago por el bien, permaneceré en el bien. Y el momento de hacerlo bien y para tu gloria es ahora.

Amén