En este domingo lluvioso, releyendo las notas tomadas al margen del maravilloso Ostinato , esta pepita en medio de pepitas:
No velemos nuestras figuras con nuestras manos. Ya no hay lugar que venerar, ningún acto de gloria ni de inteligencia que absuelva a un mundo seducido por la fuerza que esparce por todas partes su profanación, y que habrá levantado secamente sus ruinas mientras se niega la culpa con la sonrisa astuta de los negocios.
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