La tradición exige una conversión constante. ¡No es pan comido! La tradición exige un esfuerzo constante. E incluso el esfuerzo más importante: el de no olvidar. La tradición sirve de poco para recordar; sirve principalmente para no olvidar. Pierde su confianza cuando se muestra en deuda con la memoria.
La tradición se identifica con el cóndor cuando la memoria revolotea en el viento como una mariposa. Como el cóndor, la tradición vive con una fidelidad arraigada en el cuerpo. Como el cóndor, la tradición puede morir de amor. Como el cóndor, todo lo que genera requiere tiempo para alzar el vuelo y afirmarse. Como el cóndor, requiere altitud para el pensamiento.
La tradición existe en un movimiento pendular que va desde el significado que transmite desde su origen hasta la comprensión de este significado, filtrado en el presente. No le faltan perlas. La tradición siempre inaugura una nueva intimidad. Da a luz un secreto revelado.
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