La Revolucionaria y el Perdón

El revolucionario no tiene apetito de perdón, porque odia el don que le parece sospechoso y el otro con el que podría haber sellado el futuro.

Para el revolucionario, movido por la envidia, la única forma de perdón que le es específica pasa por la humillación o la muerte de su adversario para celebrar su merecida victoria sobre un rico.


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