Sólo aquellos que poseen una Individualidad fuerte pueden sentir la Diferencia.
En virtud de la ley: todo sujeto pensante supone un objeto, debemos plantear que la noción de Diferencia implica inmediatamente un punto de partida individual.
Que tales saborearán plenamente el sentimiento maravilloso, que sentirán lo que son y lo que no son.
El exotismo no es, pues, ese estado caleidoscópico del turista y del espectador mediocre, sino la viva y curiosa reacción a la elección de una fuerte individualidad frente a una objetividad cuya distancia percibe y saborea. (Las sensaciones de Exotismo e Individualismo son complementarias).
El exotismo, por tanto, no es una adaptación; No es pues la perfecta comprensión de un fuera de sí lo que uno quisiera abrazar en sí mismo, sino la percepción aguda e inmediata de una eterna incomprensibilidad.
Partamos pues de esta confesión de impenetrabilidad. No nos halaguemos de asimilar costumbres, razas, naciones, otras; sino, por el contrario, alegrémonos de no poder hacerlo jamás; reservándonos así la perdurabilidad del placer de sentir lo Diverso. (Es aquí donde se podría poner esta duda: aumentar nuestra facultad de percibir lo Diverso, ¿es para empequeñecer nuestra personalidad o para enriquecerla? ¿Es para robarle algo o para hacerla más numerosa? Sin duda: es enriquecerla abundantemente, con todo el Universo. Clouard dice muy bien: “Este naturalismo, vemos que no es nuestra degradación, ni nuestra dispersión, ni una ventaja que la naturaleza obtendría a expensas de la personalidad humana, es la ampliación imperio de nuestra mente sobre el mundo”).
Victor Segalen , Ensayo sobre el exotismo, una estética de la diversidad . Ediciones Fata Morgana.