(del Ritual Romano, Titulus IX, Caput X)
V. Señor, no nos trates según nuestros pecados.
R. Y no nos castigues conforme a nuestras iniquidades.
V. Ayúdanos, oh Dios nuestro Salvador.
R. Y por la gloria de tu nombre, Señor, líbranos.
V. Señor, no te acuerdes de nuestras antiguas iniquidades.
R. Que vuestras misericordias nos adviertan sin demora, porque estamos reducidos a la última miseria.
V. Ruega por nosotros, San Sebastián.
A. Para que podamos obtener las promesas de Jesucristo.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y deja que mi clamor se eleve hasta ti.
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con la mente.
Escúchanos, oh Dios nuestro Salvador, y por intercesión de la bienaventurada y gloriosa María Madre de Dios siempre virgen y del bienaventurado Sebastián tu mártir y de todos los santos, libra a tu pueblo de los terrores de tu indignación y tranquilízalo con la dones de tu misericordia….
Sé propicio Señor a nuestras súplicas y remedia la languidez de nuestros cuerpos y de nuestras almas, para que librados de estos males, estemos siempre en gozo por efecto de tu bendición...
Te suplicamos, Señor, que nos concedas el efecto de nuestra humilde oración y que con la bondad ahuyentes la pestilencia y la mortalidad, para que el corazón de los hombres comprenda y sienta que tales flagelos proceden de tu indignación y cesan por tu misericordia. Por Cristo Nuestro Señor.
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